UN RISTORANTE NO APROPIADO PARA LA OCASIÓN...



Supongo que todos y digo TODOS (y todas! Si! Si! Claro yo también…), tod@s tenemos derecho a tener… un día…  no demasiado bueno. Pero, desde mi punto de vista, que en este caso es el que escribe esto, la cena en esta pizzería fue un fracaso total. Era una especie de evento social, la presentación de un club de deporte y se decidió disfrutar de tal acontecimiento en este Ristorante-Pizzería. No éramos pocos… así por encima… unas 80 personas, entre adultos y niños.
De antemano, he de dejar claro que en cuanto al local, genial, distinguido, con clase… quizás un poco oscuro en algún salón, pero me encanto desde que abrí la puerta. Estupendo de verdad, en las tres plantas se respira un ambiente selecto y elitista y todo en perfecto estado, y decorado con buen gusto, sin llegar a la ostentosidad, pero superando con creces esto de la sencillez de la elegancia. La terraza, las cristaleras interiores, el mobiliario, el aspecto ornamental,… todo, de verdad, pequeños y grandes detalles que le dan al lugar un buen grado de aticismo.
Ahora bien, para hablaros del trato personal… Pues puedo empezar hablando de la poca picardía que tuvieron los empleados del restaurante en no saber un pequeño pero gran principio, a la hora de servir a adultos y niños, sobre todo si estos últimos son los hijos de los primeros… Ante todo, y Uds. me van a entender, hay que servir a LOS NIÑOS. Claro! Mientras los nenes comen, las mamas se levantan…, entre risas y el ahora-tu-ahora-yo…, las miradas no muy benevolentes hacia los papas…, que se quedan la mayoría sentados, riendo y bebiendo las primeras cervecitas… hasta que notan la pesadez de la mirada de la esposa en cuestión, en fin, todo lo que conlleva esta clase de reuniones gastronómicas. Y! y! … cuando los nenes ya están servidos y CO-MI-DOS, que es cuando deben de ponerse ponen a jugar, es cuando todas estas miradas se olvidan, las mamas vuelven al sitio, nos servimos la segunda copa de vino y es cuando ya todos empezamos a disfrutar de la velada, que si la cosa da de sí, como que ni pensamos en la hora de cerrar.
Bien, pues esto no fue así.
Muy a pesar, y aunque la mama con experiencia, se preocupo de anotar en cada salvamanteles de cada niño, la pizza que había escogido para que los camareros no se volvieran locos… El personal del local preguntó y sirvió primero a los adultos, dejando que dieran como dice Sabina las diez… Y LAS ONCE  y los niños por cenar. Algunos de nuestros retoños fueron a la caza y captura de las pizzas de mamas y papas, otros se desmoralizaron por el cansancio y el HAM-BRE,.. hubo un momento que unos corrían por el comedor, que la nena lloraba por su muñeca, otro nene lloraba cansado, otro se abrió la bolsa de xuxes que les dieron al finalizar la presentación y empezó a zampárselas sin control…
Buff... sí que descontrol y que estrés… vaya veladita… . ¿Dime? Ah! ¿Cómo termino? Bien, pues os lo voy a contar, claro… ya que preguntáis…
Cuando trajeron las pizzas, los nenes que habían comido de los platos de los papas, os podéis imaginar, ya no querían más; y los que no habían comido, se les había pasado el momento de comer (como los míos… ellos siempre tan comilones...) Así que cuando los camareros recogieron los platos, muy eficientes, en esto tardaron menos tiempo, y con casi todas las pizzas, manoseadas y rotas pero bastante enteras. Mmmm… Ejem! Todo hay que decir, que… siempre esta esa mama que…, después que su hijo de 7 añitos, le pide al camarero que le ha servido, que le de una caja para poder llevarse la pizza, esté le mira muy de arriba abajo (ya se! ya se! por la edad…) y le responde… hombre claro, con una risita, que pensé yo que era por simpatía… -es obvio que soy la mama del niño en cuestión, claro…-, bien, pues al no llegar la caja empiezo a pensar que la risita de este señor era más bien por ironía, con un puntito de sarcasmo… Bueno, es cierto, también podríamos pensar, como suele hacer mi marido en algo bueno y lógico, que con tanto trabajo al competente y simpático camarero se le había olvidado la demanda del nene, vamos…  la caja que le había pedido el chaval… Bueno... Vale…
Ah! Hay que tener en cuenta, las alarmadas miradas que de reojo echaron alguna que otra mama, cuando la madre del susodicho niño, vamos yo mis-ma-men-te-yo, me levanto y pido al susodicho camarero con la misma risita que, diez minutos antes, le ha ofrecido a mi hijo… la ya famosa caja de cartón y guardo en ella la pizza que se ha quedado entera encima de la mesa… y así po-der-me llevar el citado manjar a casa, o donde mejor convenga… al fin y al cabo, igual había que pagarla ¿no?,
Y vaya.. si se pagó! Salimos a casi 20 euros por cabeza, tuviera la edad y altura que tuviera la cabeza en cuestión (había niños desde 5 o 6 añitos, hasta adultos de más de 42 –entre los que me incluyo desde hace un par de días…). No se yo… si por unos entrantes, los cuales creo recordar eran una ensalada con trozos de naranja, una especie de mortadela –supongo que de importación- y el famoso Carpaccio, emblema de cualquier Ristorante que se precie. Ahora que pienso… en la mesa de los nenes no había ni la escarola con naranja, ni las ya famosas finas láminas de carne y queso (el Carpaccio). Bueno… quizás no me fije en las mesas, viéndoles correr, o llorar, o sentados en un rincón comiendo xuxes, ay! No… tampoco rompimos nada!. Bueno.. pizzas… si que hubieron, cuando llegaron… claro, pero haberlas había.
Puesto que fue el momento en que algunas mamas nos levantamos para hacer sentar a los nenes y que empezaran a cenar. Yo salí un momento, todo hay que contar…, que salí fuera con uno de mis hijos en busca de un burger para que cenara antes del sábado. El chavalín se me había acercado y medio llorando y medio harto de la situación, me dijo tengo calor!, tengo hambre!. Se me rompió el alma amigos, mi alma de madre y fue cuando decidí ir En busca de la cena perdida… Pero el tiempo pasa…, y aunque unos años atrás, cuando tienes la libertad, sin marido y sin hijos, de poder dejar el protocolo en casa, y con el las buenas maneras aunque no por ello la dignidad… , Llegué a salir del local en busca de una ja-pi-mil (happy meal para los sin sorna) pero, me di cuenta que la mejor decisión era volver, y optar por hablar de manera educada y firme con algún responsable, y que de una ..-..-..-ra vez dieran de cenar a los nenes. Al final, amigos, el tiempo también paso para el horno y llegaron las pizzas! Sí! Sí! Hubieron pizzas, claro! Aunque un poco tarde…
Aun así, reconozco y reitero que el local tiene mucho encanto, y que seguramente en plan de pareja o con pocos amigos será el principio de un plan estupendo, pero que con niños pequeños os recomiendo miréis de otras opciones y dejéis esta para una ocasión de otra índole, si queréis alguna idea visitad mi blog cadamartesentucocina.blogspot.com y consultad, por cierto también podéis contar vuestras experiencias…
Y nada… que … sigue siendo un placer desahogarme con vosotros. Lamento si os he aburrido, pero para eso están los amigos-seguidores-de-mi-blog, verdad?
Un besazo!
Una cosa más! Una cosa más! que mi SALMÓ en papillote estaba soso y la pasta de pizza que lo recubría muy seca, eso Ya lo he dicho y que conste que son palabras de una mama, que aún está un poco molesta. Ha-la-y-ha-la!

Pd. Muchas gracias Ana por ser clara con tus palabras, por anotar las pizzas en los salvamanteles, y por ser y disfrutar en todo momento de ser tu misma, gracias guapa!.

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