CONFESIONES DE UNA MADRE

Pero no. Soy única, para bien y para mal. Por ende, trato de dividir mi tiempo lo mejor posible pero siempre fallo en algo. Vivo atrasada. Siempre con buenas razones y las mejores intenciones, pero odio vivir corriendo y no importa cuánto me apresure o cuánto trate de organizarme, no hay caso. Siempre hay una reunión de última hora, o un accidente en la carretera, o un problema con la computadora, o un hijo que se enferma inesperadamente. Ni hablemos de las lluvias sorpresivas, las llaves que no encuentras en la cartera, el celular que se te quedó y tuviste que ir a recoger. Mis amigas me entienden y lo toman con humor, mientras que mis colegas lo toleran porque no les queda otra.

Claro que si alguien me pregunta si cambio el ser una mamá agotada que trabaja y corre sin cesar y que tiene que apuntar todo en su agenda electrónica porque si no se le olvida hasta lo que desayunó (si es que alcanzó a desayunar)… Respondo: por nada en el mundo. Ser mamá hace que todo valga la pena. Especialmente si tienes una hijo manipulador que a las 3 de la mañana se despierta con pesadillas, pero que al verte, te abraza y te dice “Mami, estás preciosa”. No me importa si lo dice sólo para que la deje meterse en mi cama. Me encanta escucharlo, aun cuando obviamente a las 3 de la mañana estoy hecha un verdadero desastre.
-me enviaron este texto por email, y me encanto!
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